Mes: agosto 2019

PREGÓN FERIA 2019

Hace unos días tuve el honor de ser el pregonero de la feria de mi pueblo. Dejo aquí el texto, para quien quiera leerlo.

Si alguien conoce alguna otra anécdota o dato curioso de alguna feria, me encantaría conocerlo. Me lo pueden dejar en comentarios o contármelo cuando me vean por el pueblo.

Pregón Feria 2019

Buenas noches vecinos, vecinas y visitantes. Antes de nada me gustaría dar las gracias al Equipo de Gobierno de Villanueva por contar conmigo para dar el pregón de la Feria de 2019, una tarea que supone un gran honor y una gran responsabilidad para mí. También quiero agradecer a mi amigo Arrabalí el soporte impreso que me ha cedido. Y, cómo no, a mi familia por el apoyo que me ha dado para estar aquí. Precisamente voy a contar con la ayuda de mi hija Marta porque, como decía el singular personaje Gregorio «el Panza», la vida no es como conviene, sino como combina, y justo ha combinado que estos días tenga un pequeño problema en la vista que me complica leer en estas circunstancias.

He intentado unir en este pregón mis dos grandes aficiones: la historia de nuestro pueblo y la fotografía. Por eso voy a comenzar repasando la historia de la feria y algunas anécdotas y al finalizar proyectaré un vídeo con fotos e imágenes de las distintas épocas de nuestras fiestas.

Empezamos.

¿Qué es la feria?

Si miramos en el diccionario de la RAE, nos dice que es un mercado mayor que el habitual; también una concurrencia de gente que se reúne para celebrar algo; conjunto de instalaciones recreativas, como carruseles, casetas de tiro al blanco, circos, lugar donde están expuestos animales, etc.

Pero yo añadiría también que la feria es una oportunidad para reunirnos con familiares y amigos a los que no vemos desde hace tiempo.

¿Cuándo empezó nuestra feria? Oficialmente cumple 109 años, ya que la primera se celebró del 15 al 17 de agosto de 1910.

Pero casi treinta años antes, en 1882, ya vivían en la colonia de nuestro pueblo más de 400 personas, muchas de las cuales llevaban más de 20 años residiendo aquí.

Al tratarse de una colonia agrícola, cuando terminaban las tareas del agosto, es de suponer que comprarían, cambiarían o venderían sus bestias y otros animales, como era habitual hasta hace no mucho. Estos tratos se hacían en lo que hoy se conoce como mercado de ganado.

En nuestro pueblo hay una calle llamada Mercado, desde la tienda de Isabel Márquez hasta la casa de Carmela la Mangurra, q.e.p.d., y también había una fuente conocida como la fuente del mercado o del barrio del Candil, que hoy está en el parque. Esto nos indica que, efectivamente, se celebraba algún tipo de mercado de ganado en aquel lugar.

Unos años más tarde, en 1891, D. Marcelo Spínola, Obispo de Málaga, creó por decreto la Parroquia de la Purísima Concepción, que abarcaba prácticamente lo que hoy es el término municipal de Villanueva de la Concepción. Cuatro años después, el Ayuntamiento de Antequera acordó la construcción de una iglesia, dos escuelas y una plaza de médico y otra de veterinario. Pero la iglesia no se construyó hasta 1917, y recibió el nombre de Parroquia de la Inmaculada Concepción.

El nombre dado a la parroquia de nuestro pueblo y el origen agrícola y ganadero de nuestra feria han hecho que nuestra fiesta mayor siempre haya estado vinculada a la Inmaculada Concepción, como demuestran algunos documentos antiguos que veremos más adelante y que recogen datos de ferias y fiestas, que para la época ya contenían una gran cantidad de actividades.

Van pasando los años y con ellos sus ferias. Aunque en los años de la guerra civil, que tanto mal causó en nuestro pueblo, por razones obvias no se celebró, si bien posteriormente se va recuperando a pesar de la mala situación económica.

Con respecto al soporte económico para la feria, la primera asignación económica que hemos detectado fue en el año 1934, cuando los Concejales del pueblo, D. Sebastián Márquez y D. Leonardo Viar, solicitaron una subvención de 500 ptas. Además, el Ayuntamiento abonó una factura por gasto de alumbrado de 238,25 ptas.

En la década de los años 40, unas veces con ayuda del Ayuntamiento de Antequera y otras por iniciativa de los propios dueños de los bares, se empezó a contratar orquestas y cantaores y cantaoras para atraer a los vecinos a la plaza, donde los bares instalaban sus mesas y servían bebidas y comidas escuchando aquellas actuaciones. Sin olvidar que también, con el paso de los años se fueron recuperando las actividades tradicionales de la feria como el mercado de ganado, las carreras de cintas, las de sacos, el tiro al plato, la elección de la reina de las fiestas, los fuegos artificiales o la traca.

Durante estos años y posteriores, los alcaldes, con mucha voluntad, organizaban las ferias lo mejor que podían, ya que el Ayuntamiento de Antequera no se prodigaba mucho en las subvenciones que asignaba al pueblo: 500 ptas y la banda de música o parte de ella.

Como dato anecdótico, puedo contar que en 1944 el guardia municipal de pueblo, Antonio Pérez Arrabal, recibió 40 ptas. de gratificación por los trabajos realizados en la feria.

Mis recuerdos me llevan a una feria de principios de los años 60 en la que, como ahora, los bares sacaban mesas a la calle para disfrutar de la noche y de las atracciones artísticas que algunos taberneros contrataban. En aquella época, Paco Jiménez y Manolo “el de la Bodega” contrataron una orquesta acompañada por una cantante ataviada con un vestido estrecho de lentejuelas. Era ya la última noche, que terminaba con la traca final, pero a alguien se le ocurrió prenderla antes de tiempo, cuando todo el mundo estaba en lo más animado de la noche. La explosión de los petardos llegó a la plaza y los músicos echaron a correr calle abajo, pero la animadora no hacía más que gritar, porque con aquel estrecho vestido no podía bajarse del tablado, hasta que algunos voluntarios la ayudaron a salir del trance.

Otra feria significativa fue la del año 1963, en la que un grupo de personas del pueblo (Paco Jiménez, José Porras Corado y su hijo Antonio, Paco Rivera, Manolo Hueto, Antonio Conejo, Antonio Fernández “Vialegre» y su hijo Antonio y el médico D. Alberto Berr) organizaron una corrida de toros, instalando una plaza portátil en lo que hoy es la Plaza de Pablo VI.

Recuerdo que en la carnicería de mi abuela se vendió la carne de uno de los toros.

Y siguiendo con las corridas de toros, unos veinte años antes, a principios de los 40 se celebró una corrida en esta plaza, y aunque me consta que hay alguna foto de ese evento, no la he podido localizar.

Volvemos a la feria de 1963, en la que, por la noche actuó el cantaor flamenco Fosforito. Sobre este artista me contaron Pepe Carlos y Antonio el Verruga que, estando este último de camarero con Pascual, en dicho bar estaba Fosforito calentando la voz y haciendo tiempo antes de cantar. Se pidió dos copitas de Tío Pepe: con una hacía gárgaras y luego la otra se la tomaba despacito, así que el hombre iba calentito para su actuación en la plaza de toros.

De aquí en adelante las ferias fueron perdiendo fuelle hasta principios de los 70, cuando un grupo de curas, entre ellos D. Jesús Ruiz que fue cura del pueblo durante 5 años, D. Salvador González, que lo fue de Almogía, Don Pedro Rey de Coín y otras personas como Ana Mari “la de la Huerta”, con unas ideas muy innovadoras, plantearon la creación de una cooperativa, entre otras cosas para revitalizar la economía del pueblo y dar trabajo a las jóvenes. Pero no había dinero para empezar el proyecto.

Entonces, a un grupo de jóvenes, entre los que me incluyo, se nos ocurrió montar la feria para recaudar fondos, trabajo que emprendimos con más ganas e ilusión que medios. Pepe Reina, Pepe Conejo, mi hermana Amparo, Mari Santo, Enrique el del Higueral, Pepe Castillo, Antonia García, Antonia Vallejo y un sinfín de personas que llevaría un buen rato nombrarlas, conseguimos ponerla en marcha. Empezamos con la feria de 1972 y organizamos otras dos más, con el objetivo que ya he dicho: sacar dinero para la cooperativa y recuperar la feria.

Dinero no se consiguió mucho, todo hay que decirlo, pero la feria sí que empezó a recuperarse y la cooperativa se puso en marcha.

Tras nosotros, otros jóvenes nos sustituyeron y consiguieron renovarla.

Tampoco podemos olvidar aquello que tanto gustaba y sigue gustando a los niños: los cacharros de la feria.

Los cacharros de la feria casi siempre se instalaban en la plaza, aunque también estuvieron en la puerta de la Tahona, en la Plaza del Chinchán cuando apenas había casas, y también frente a la casa de Brenes. Desde 1988, afortunadamente, podemos disfrutar en esta maravillosa plaza de todos actos que las distintas Corporaciones han ido programando.

Días antes de la feria comenzaban a venir camiones cargados con ellos, procedentes de la feria del Valle, así como las casetas de turrón. Los chiquillos de entonces, a pesar del calor estaban esperando con gran ilusión, que descargaran la noria, las cadenas, la serena (hoy conocida como tiovivo), las barquillas y las delicias. También algunos años venían la ola y los coches de choque. Luego venían las casetas de tiro, de los hermanos Martos, y las casetas de turrón, que todos eran de la misma familia y venían de Lucena.

Muchos de ellos llevaban tanto tiempo viniendo que casi eran como familiares de los vecinos de las calles en las que montaban las casetas. ¿Quién no recuerda a Joaquín el de la noria o, en mi caso, a Agustina y Andrés, que ponían una caseta de turrón casi frente a mi casa?

Como decíamos antes, las ferias volvieron a recuperarse, sobre todo a partir de 1979, tras las primeras elecciones municipales democráticas después de la dictadura franquista, en las que D. Juan Manuel Silva fue elegido Concejal del Ayuntamiento de Antequera por Villanueva y fue nombrado Alcalde Pedáneo del pueblo.

En un principio tampoco había asignación, por lo que todas las actividades programadas tenían que salir de la entrada de la caseta oficial.

Y así, feria tras feria, llegamos al año 1992, en el que el pueblo se transforma en Entidad Local Menor, presidida por el Sr. Silva. Desde ese momento hasta, hoy nuestras fiestas se han convertido en una de las mejores de la comarca, impulsadas por las distintas corporaciones, presididas por D. José A. Conejo (q.e.p.d.), D. Ernesto José Silva, y actualmente por D. Gonzalo Sánchez Hoyos.

Además de recuperar la plaza para disfrute de los vecinos, en la programación se han introducido novedades como el concurso de embellecimiento de calles, que ya cumple 20 años, la ruta de las tapas, concursos fotográficos y gastronómicos, la recuperación de las labores del campo, la elección de míster de las fiestas, además de la de la reina, se han incorporado a los bebés que pasan su primera feria, se hace un concurso exposición de productos de la huerta, exposiciones de pintura. Se cuenta también con una caseta de la juventud y otra multitud de actividades.

Hemos podido disfrutar durante estos años de un elenco de artistas de primera fila, tanto aquí como en la caseta oficial.

Pero más allá de las actividades o de la organización, la feria es un momento de vivir en la calle, de estar con la gente a la que quieres, de cambiar los horarios y salir de noche y dormir de día, de tener el cuerpo “enferiao”, de coleccionar risas y anécdotas tomando algo en la caseta, en la plaza o bailando con la orquesta.

Para mí las ferias también son Ramírez y el verano de la canción de la Bomba a todas horas, el manojo de petardos que se le escapó a Diego Moronta en la puerta de la iglesia cuando estaba a reventar de gente, Manolillo el de Plácido con el megáfono animando a al gente a ir a la caseta, mi amigo Brenes revoleado por una vaquilla, la tromba de agua del 96, volverme a la casa en lo mejor de la noche porque mis niños ya no podían más o los gin-tonics en la puerta de mi casa.

Espero que las suyas también estén llenas de tan buenos recuerdos.

Ya solo me queda desear a todos una feliz feria, que disfruten de todas las actividades programadas y, sobre todo, que sean unos días de reencuentro y charla con familiares y amigos.

Y ahora, para terminar se va a proyectar un vídeo con imágenes de distintas épocas de nuestras ferias. Espero que les guste.

Muchas gracias por su atención.

Andrés Muñoz Cabello, 15 de agosto de 2019